Los últimos rayos de sol se perseguían en carrera desigual. La esquizofrenia del viento arremolinaba las primeras hojas.
En la pequeña aldea los últimos acontecimientos se habían vivido de una forma extraña. La última carta de septiembre trajo malas noticias. Repicaron las campanas solemnes. Los últimos restos de D.Leonardo descansaron por fin en la tierra que le vio nacer. Leonardo Cabral quien muy joven emigró a hacer las Américas, había reconstruido la casona familiar pero su precaria salud no le había permitido disfrutar de ella como hubiera deseado. En los días sucesivos la Quinta acogería una procesión de sobrinos y otros familiares que nadie conocía, expectantes por saber la última voluntad sobre quién heredaría la única casa de la localidad con palmeras en su vetusto jardín…
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Texto de Ane García.